Cuando era niña me encerraba en mi habitación y podía pasar horas escribiendo grandes historias de amor: “Solsticio de verano”, “Zapatillas y Tortillas”. Convencida de la existencia de un mundo paralelo al que podía viajar para vivir grandes historias, olvidando por momentos mi realidad, la que juzgaba un tanto simple y sin mucho color que recuerde.
Fui una niña ensimismada, algo tímida e inhibida, sentía temor por todo. En mi familia, los niños no teníamos derecho de opinar, sentir, esperar ni desear.
Crecí con una sensación de no existencia, excepto por los momentos que jugaba con mi hermana y mis primos. Al igual que las historias, estos momentos con ellos se convertían en espacios de profundo amor.
Hoy día, le digo a cada madre y padre que acuden a mi consulta, lo importante que es para la vida de su hijo/ hija, expresarles y modelarles cariño, ternura y mucho afecto. En pocas palabras amor, entendido como un sentimiento vital y necesario al igual que lo es el alimento que se le brinda para su desarrollo físico.
El amor, el cual puedes expresar de muchas formas:
Acepta su llegada, aunque haya sido inesperada, acogelo y rodealo con tus brazos, míralo a los ojos, manifiestale palabras positivas y de grandeza, de cariño, de ternura. Haz tu mejor esfuerzo, aunque no lo hayamos vivido en carne propia, nunca va a ser suficiente excusa como para no hacerlo.
Reconocelo, sabiendo que está, que es parte de ti, una familia, sociedad y de un mundo divino (cósmico) que lo ideó porque sin duda trae consigo una misión.
Acompáñalo, que sepa que no es una isla, que no está solo, que vino al mundo rodeado de personas y que así ha de ser siempre. Que las personas no son buenas o malas, y que siempre puede hacer cosas para marcar la diferencia en pro de una mejor sociedad .
Que puedes estar con él cuando llore y cuando ríe, cuando tiene miedo y cuando esté calmo, cuando esté enojado, cuando se equivoque y cuando haga cosas maravillosas. En el futuro podrá hacer elecciones asertivas y nutritivas, basadas en ese amor incondicional que le has brindado.
Entiéndelo, es un ser único, lo que significa que es distinto a los demás. Compararlo no aportará ningún beneficio, destruye el alma del niño. Tiene una información, constitución genética, personal y familiar distinta a los demás, y eso lo hace VALIOSO.
Guíalo, sabiendo que a veces podemos carecer de paciencia y de razón. Pero conscientes de que podemos buscar apoyo y ayuda en otros, no somos una isla.
Habla con él, escúchalo, ríete de sus cosas para que aprenda también a ver el lado alegre y positivo de la vida. Que te vea alegre, y cuando estés triste no temas mostrar tus sentimientos, entenderá lo que significa un ser humano.
Discúlpate si cometes un error o lo lastimas, estarás sembrando humildad.
Baila con él, sal, paseen y muéstrale el mundo que tu percibes. Dale oportunidad de expresar como lo ve él.
Sueña con él, de vez en cuando acuéstate y duerme a su lado.
Tendríamos menos niños enfermos…

Dra. Alma
Psicóloga clínica, psicoterapeuta, asesor familiar. Más de 20 años de experiencia en el trabajo con niños, niñas, adolescentes, adultos y familias.
Si requiere una consulta personal en esta área o similar, puede contactarme al siguiente correo: cedifa3@gmail.com.